Tuesday, February 15, 2011

Pilas

Para desarrollar minúsculas "biopilas", obtuvo electricidad... de un cactus. El diario Le Monde le dedicó una nota al estudio de Victoria Flexer, doctorada en la UBA

Martes 15 de febrero de 2011 | Publicado en edición impresa

Muy lejos de la formulación inicial de la pila, el genial invento que en 1800 el físico italiano Alessandro Volta describió en una carta a la Royal Society (una serie de discos de zinc y cobre separados por cartón o fieltro impregnados de agua o salmuera), la joven química argentina Victoria Flexer desconcierta a los visitantes que pasan por el laboratorio del Centro de Investigaciones Paul Pascal, en la Universidad de Burdeos, Francia, cuando planta dos electrodos cubiertos de enzimas en un cactus y muestra cómo un equipo electrónico (potenciostato) registra el pasaje de una mínima corriente eléctrica. La científica acaba de producir electricidad... ¡con una planta!

Por supuesto, el objetivo de Flexer, que está en Francia cumpliendo con una beca posdoctoral y cuyo experimento fue tan interesante como para atraer la atención de uno de los más tradicionales diarios franceses, Le Monde, va mucho más allá de la sorpresa del no iniciado: la investigadora, doctorada en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA (en el Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía, Inquimae), trabaja en el desarrollo de pilas en miniatura que en lugar de metales utilicen glucosa y oxígeno para producir electricidad.

"Una pila es un dispositivo que convierte energía química en energía eléctrica -cuenta Flexer desde su oficina en el departamento de bioceldas de combustible y biocaptores de la Universidad de Burdeos-. Además de la glucosa y el oxígeno, necesitamos un catalizador, y nuestra idea es usar un elemento natural, como las enzimas producidas por hongos, bacterias, levaduras, etcétera. Son baratas, fáciles de producir e inagotables."

Las enzimas son catalizadores biológicos altamente específicos. En una mezcla muy compleja, como la sangre humana, una enzima (en el cátodo) debería reaccionar con la glucosa y otra (en el ánodo) con el oxígeno.

La principal ventaja de una pila "biológica" es que sería un dispositivo totalmente inocuo, limpio y atóxico. La desventaja es que produce mucha menos corriente que la tradicional. Por eso, los científicos imaginan que su utilidad podría estar en la alimentación eléctrica de dispositivos implantados en el cuerpo humano. Por ejemplo, sensores subcutáneos para medir el nivel de glucosa en personas diabéticas. También podrían dar vida a juguetes infantiles, lo que eliminaría el peligro en caso de ingestión...

"Con estas pilas no vamos a salvar al mundo del problema energético -aclara Flexer-. Una de las limitaciones es que están pensadas para implantarse no muy profundamente y que puedan ser cambiadas con cierta frecuencia, ya que pueden durar uno o dos meses. La colocación debería poder hacerla el paciente mismo o su tutor, con una operación similar a la de ponerse un arito."

Tratándose de un laboratorio de investigación básica, los científicos primero midieron la efectividad de la pila in vitro. "Después pensamos en qué otro lugar podíamos encontrar glucosa y oxígeno, y se nos ocurrió usar el cactus", comenta. Lo singular del caso es que para recargar estas pilas bastaría con unas gotitas de agua azucarada...

Nora Bär

Thursday, September 16, 2010

Concejos para combatir las plagas

Leo en La Nación estos concejos para combatir las plagas. Por si no las vieron las dejo acá para uds.

Estamos muy acostumbrados a que la primera solución para resolver los problemas de plagas en nuestro jardín sean los químicos. Sin embargo, hay muchos de estas cuestiones que encuentran en recetas caseras una solución simple y económica. Acá te traemos algunas opciones caseras para que pruebes.

* Contra pulgones y arañuelas: preparar un purín en fermentación de ortiga. Contemplar 100g de planta cada 1 litro de agua. Esta preparación se aplica sobre ramas y hojas diluido en 1/50.

* Evitar enfermedades y repeler insectos: utilizar purín fermentado de cebolla. Preparar 50 g. de hojas o bulbos cada litro de agua. Se aplica sobre las plantas y alrededor de los árboles.

* Otra solución contra pulgones: utilizar purín de ruda con una proporción de 90 gramos de planta de cada un litro de agua, durante diez días. La mezcla se debe aplicar sobre plantas cada tres o cuatro días.

* Repelente de insectos y fungicida: una solución simple consiste en preparar una infusión de flores de lavanda, con 300 gramos por cada litro de agua. Esta preparación se pulveriza sobre las plantas y repelen insectos en general y funciona como fungicida.

* La infusión de ruda más un toque de salvia también funciona como control contra los pulgones, cochinilla y mosca blanca.

* Fungicida e insectos chupadores: para evitar estas plagas se puede utilizar una infusión y decocción de 50 gramos de flores de mansanilla. Esta cocción se aplica sobre las plantas sin diluir.

* Acáros gorgojos, moscas blancas y pulgones: para esto se puede preparar un macerado de ajo alcoholizado. Esto se realiza poniendo 6 dientes de ajo en una licuadora con 1 litro de alcohol fino y 1 litro de agua. Licuar, colar, embotellar y poner en la heladera. Una vez lista la preparación, se pulveriza sobre suelo y plantas.

* Hormigas: Si bien ya te dimos algunas soluciones caseras contra las hormigas, nunca está de más reiterar este tipo de productos. Machacando y macerando durante 15 días los frutos del paraíso, se puede controlar las hormigas, disolviendo en agua y regando este producto sobre la tierra.

* Insectos en general: la tierra de diatomea resulta muy buena, ya que los mata por contacto. Se debe espolvorear sobre el insecto o su zona de ataque.

* Orugas, chinches y pulgones: las cenizas resultan una gran solución para evitar la presencia de estos insectos en el jardín.

Monday, July 05, 2010

La selva muerta

Javier Lizarzaburu BBC Mundo, Lima

El fenómeno de los bosques vacíos va en aumento y empieza a afectar al equilibrio de las selvas.
La gran ventaja de la deforestación, si es que tiene alguna, es que se la ve. Esos vacíos en plena selva no se pueden esconder. Pero ¿qué está pasando con las selvas muertas? Nadie las ve, nadie las conoce pero son señal de una selva en extinción.
Los científicos ya le han dado un nombre: el Síndrome de los Bosques Vacíos. Esto significa que las selvas se están sin animales, y no pueden cumplir su función para mantener el balance ecológico.
La selva, o partes de ella, está enferma debido a la sobreexplotación de sus recursos y a la caza y pesca excesivas. Y esto tiene un impacto económico y ecológico.
El asunto, le explica a BBC Mundo José Álvarez, del Instituto de Investigaciones Amazónicas del Perú (IIAP) en Iquitos, es que "la selva va a desaparecer tal como la conocemos, si sigue esta situación. Se hará más susceptible a los efectos del cambio climático".
Impacto económico
"Lo más preocupante es que nadie está evaluando esto en el Perú", le dijo a BBC Mundo José Luis Capella, abogado de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), en Lima.
"Ni siquiera se tiene idea de cuán extenso es este problema", añadió.
Lo que sí se sabe es que, a nivel local, han disminuido dramáticamente los medios de subsistencia y los recursos para la población local.
El paiche, el gran señor del Amazonas, uno de los peces de agua dulce más grandes del mundo que durante siglos alimentó a las poblaciones ribereñas, hoy está en peligro de extinción.
Impacto ecológico
El problema va a ser para nuestros hijos y la gente de los bosques"
José Álvarez, Instituto de Investigaciones Amazónicas del Perú
El equilibrio de los bosques está alterado porque han desaparecido especies clave. Millones de árboles sueltan sus frutos al suelo y no hay animales que dispersen las semillas que contienen. Por lo tanto, estos árboles no se reproducen.
Esto quiere decir que en una generación más, muchas especies de árboles habrán desaparecido y habrán surgido otras diferentes.
Uno caso emblemático es la caoba, porque ahora está ecológica y económicamente extinta. Ya no se exporta. El cedro está en similar situación.
Pero el asunto de fondo en este panorama es que el ecosistema va a quedar tan debilitado que va a ser más sensible al cambio climático, más susceptible a incendios forestales, por ejemplo.
Un problema es que "los efectos no se ven como en la deforestación", señala Capella y añade que "el problema va a ser para nuestros hijos y la gente de los bosques".
Los responsables

El cedro es uno de los árboles afectados por este fenómeno.
Para Capella, si hay un responsable: "definitivamente es el Estado, por promover hasta hoy una economía que sólo tiene en cuenta el beneficio económico".
En el caso de las concesiones mineras y de hidrocarburos, por ejemplo (el 75% de la Amazonía peruana ha sido concesionada al sector hidrocarburos), "los estudios de impacto ambiental dejan mucho que desear".
Según le dijo a la BBC, esto se produce porque esos estudios se limitan al impacto directo de sus actividades, "pero no ven cómo su actividad puede tener un impacto sobre la fauna y la flora".
Sin embargo, las autoridades peruanas en repetidas ocasiones han insistido en estar decididas a apoyar el desarrollo de la Amazonía y las comunidades que ahí viven.
En contra de intereses
Lo que sostienen las fuentes consultadas por BBC Mundo es que hay formas de generar riqueza y prosperidad en la Amazonía sin destruir el entorno.
Pero "tomar una decisión de manejo es polémico", dice Álvarez, porque va en contra de los intereses de los que hacen mucho dinero con la sobreexplotación de los recursos.
Quizás la mejor opción -sostiene- es trabajar con "comunidades locales organizadas, capacitadas y apoyadas técnica y financieramente para que puedan conservar y manejar de forma sostenible la Amazonía y puedan contribuir al desarrollo sostenible de la región".

Thursday, June 17, 2010

Deforestación de los bosques tropicales

Deforestación agravó la malaria en Brasil
BBC Ciencia 18/06/10

En las zonas donde los bosques fueron talados la incidencia de malaria se disparó.
La incidencia de malaria se disparó en las zonas donde fue deforestada la selva del Amazonas, afirma una nueva investigación.
Los científicos de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos, encontraron lo que dicen es "el caso más detallado hasta ahora que vincula un aumento en la incidencia de malaria con las prácticas de uso de la tierra en el Amazonas".
Los investigadores encontraron un aumento de cerca de 50% en los casos de malaria en uno de los distritos más afectados por la deforestación.
La tala de los bosques tropicales -dice la investigadora- crea condiciones que favorecen la reproducción del principal portador de malaria en el Amazonas, el mosquito Anopheles darlingi, el cual transmite el parásito cuando pica a humanos.
Se ha mostrado que el A. darlingi ha desplazado a otros tipos de mosquitos que viven en las selvas y que tienen menos tendencia a transmitir la infección.
"Un panorama deforestado, con más espacios abiertos y estanques de agua parcialmente alumbrados por el sol, parecen ofrecer un hábitat ideal para este mosquito", dice Sarah Olson.
Los científicos afirman que el mensaje que se desprende de este estudio es que la conservación de los bosques tropicales puede tener un impacto mucho más grande de lo que pensamos en la salud humana.
Se calcula que unas 500.000 personas resultan infectadas con malaria cada año en la cuenca del Amazonas.
La investigación -que aparece publicada en Emerging Infectious Diseases (Enfermedades Infecciosas Emergentes), la revista de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.- fue financiada por la Agencia Espacial Estadounidense (NASA, por sus siglas en inglés).

Wednesday, May 26, 2010

Resistencia a los antibióticos

Este tema se lee frecuentemente en los diarios y me gustaría que empiecen a preocuparse y a preguntar a nuestras autoridades sanitarias qué se está haciendo, dentro de nuestras posibilidades, para luchar contra esta amenaza. El artículo que les resumo a continuación, me parece, explica bien de qué se trata.

El milagro de Pasteur
Hace 100 años, las tres causas principales de muerte en los países desarrollados eran la tuberculosis, la neumonía y las infecciones gastrointestinales. Las salas de los hospitales estaban llenas de pacientes afectados de enfermedades provocadas por bacterias. Apenas había terapias efectivas para ellas, y muchos de los pacientes eran jóvenes y morían como consecuencia de estas enfermedades o de sus múltiples complicaciones. En esos momentos ya se habían producido importantes avances médicos, como las vacunas y los programas de salud pública que, junto con las mejoras sociales en sanidad, higiene y nutrición, provocaron una disminución de la incidencia de muchas enfermedades infecciosas. Pero sólo el desarrollo de los antibióticos permitió el control de las enfermedades bacterianas. Con ellos los médicos pudieron prevenirlas, curarlas y evitar su transmisión. El resultado es que hoy, a principios del siglo XXI, sólo las infecciones respiratorias figuran entre las diez principales causas de muerte en los países desarrollados. El lugar de las enfermedades infecciosas ha sido ocupado por las enfermedades cardiovasculares, cánceres de distintos tipos, y accidentes de tráfico.
La era de los antibióticos comenzó hace 60 años, con la comercialización de la penicilina. Entonces se tenía la esperanza de que las enfermedades microbianas desaparecerían. Pero esa pretensión se fue revelando poco a poco imposible. Pronto aparecieron cepas de bacterias que habían desarrollado mecanismos de resistencia a los antibióticos. Primero lo hicieron en los hospitales de los países desarrollados, pero pronto se transformaron en infecciones extrahospitalarias y, hoy, se encuentran extendidas por todo el mundo, amenazando nuestra capacidad para combatir muchas infecciones.
El origen de estas cepas resistentes se encuentra en la presión selectiva que ejercen los antibióticos. Estas medicinas acaban con las bacterias interfiriendo en procesos metabólicos que son vitales para ellas. Sin embargo, algunas bacterias pueden haber desarrollado, gracias a ciertas mutaciones, procesos metabólicos que evitan que los antibióticos desarrollen su función. Cuando se realiza un tratamiento con antibióticos todas las bacterias sensibles de nuestros cuerpos mueren, independientemente de que sean o no las causantes de la enfermedad. Pero las bacterias resistentes permanecen y ocupan rápidamente el lugar que han dejado las bacterias que han desaparecido.
Al principio, la aparición de cepas de bacterias resistentes no preocupaba mucho, dado que en ese momento se estaban desarrollando nuevos antibióticos efectivos contra esas cepas. Sin embargo, en los últimos 10 años, la resistencia a los antibióticos se ha convertido en un grave problema sanitario. Esto es debido, por un lado, al desarrollo de cepas bacterianas multiresistentes, es decir, que resisten a la acción de varios antibióticos. Por otro lado, las compañías farmacéuticas decidieron centrarse en el desarrollo de nuevos procesos más eficientes para la obtención de los antibióticos cuyas patentes estaban a punto de expirar. Como el desarrollo de nuevos antibióticos lleva varios años, esto ha conducido a que, en la actualidad, hayan pocos antibióticos nuevos. De hecho, en abril de 2000 se aprobó en Estados Unidos el primer tipo nuevo de antibiótico clínico en 35 años.
Perdiendo eficacia
En este fenómeno están implicados, por un lado, los antibióticos utilizados en medicina y, por otro, y de forma mucho más importante, los utilizados en veterinaria. El uso de antibióticos en los hospitales es inevitable. En ellos se encuentran pacientes que tienen sus sistemas inmunitarios deprimidos y que, por ello, se encuentran a expensas de que se cebe en ellos una infección oportunista. Un problema distinto es el de la administración de antibióticos fuera de los hospitales. Cerca de la mitad de los usos terapéuticos de este tipo son inapropiados, ya que muchas veces los médicos, presionados por los pacientes, prescriben antibióticos para el tratamiento de enfermedades víricas, que no se ven afectadas por estos fármacos. Pero un aspecto bastante poco conocido con respecto al uso de los antibióticos es su utilización en animales. En EEUU, aproximadamente el 50% de los antibióticos consumidos se usan en humanos, el 40% en animales, y el 10% restante en agricultura y acuicultura. Además, de ese 40% usado en animales, el 20% se emplea en usos terapéuticos, para tratar enfermedades, mientras que el 80% se emplea en dosis muy bajas como aditivo de los alimentos, para promover su crecimiento. Esto provoca una presión selectiva continua sobre las bacterias que pueblan estas enormes cabañas animales, que son las reservas medioambientales de un gran número de enfermedades humanas, lo que favorece la aparición de cepas de bacterias multiresistentes.
Para hacer frente a esta crisis, los sistemas sanitarios estatales están desarrollando programas de control del uso de antibióticos. En lo que se refiere al uso en humanos, estos programas abogan por una reducción del mal uso de los antibióticos para tratar enfermedades víricas. En los animales, se trata de restringir el uso de los antibióticos a profilaxis y terapia, prohibiendo su utilización como promotor del crecimiento.
Este es un problema que nos afecta directamente y que puede provocar una grave crisis sanitaria a corto plazo.
Autor: Fernando Sapiña | 2002

Tuesday, May 25, 2010

La culpa no es de la hiedra

Laura Plitt BBC Mundo, Medio Ambiente

Los resultados de la investigación ayudarán a los restauradores y arquitectos a diseñar estrategias para proteger de una forma más eficiente a los edificios históricos.
Con sus hojas de color verde intenso cubre las paredes formando un tupido manto viviente. Pero también daña, con sus raíces, su superficie y estructura.Así se comporta la hiedra.
O, mejor dicho, así se creía que se comportaba hasta que un estudio, llevado a cabo recientemente por investigadores británicos, demostró no sólo que la hiedra protege a las paredes de las inclemencias del tiempo, sino que también les brinda un servicio ecológico.
El hallazgo tiene un gran valor para los arquitectos y especialistas que trabajan en la conservación de edificios y construcciones históricas.
Contra la contaminación
Tras estudiar los efectos de la hiedra sobre una variedad de muros expuestos a distintas condiciones climáticas, el equipo de científicos de la Universidad de Oxford, descubrió que esta planta actúa como si fuese una "pantalla térmica", protegiendo a la pared de los cambios de temperatura que hacen por lo general que ésta se llene de grietas.
Gracias a la hiedra, durante el invierno, la temperatura de las paredes es un 15% más elevada que la temperatura ambiente, y en verano, la superficie de la pared registra una temperatura más fría que la del ambiente, con una diferencia de un 36%.
Si la pared está ubicada en una zona de mucho tráfico, la hiedra es muy eficiente a la hora de atrapar las partículas contaminantes dentro de sus hojas.

Heather Viles, Universidad de Oxford:
"Pero además, la hiedra ofrece otros beneficios: filtra la contaminación", le explicó a BBC Mundo Heather Viles, Profesora de Biogeomorfología de la Universidad de Oxford y líder del proyecto de investigación.
"Si la pared está ubicada en una zona de mucho tráfico, la hiedra es muy eficiente atrapando partículas contaminantes dentro de sus hojas", explica Viles.
La ventaja de la hiedra comparada con otras enredaderas es que esta planta, al menos en Inglaterra, crece todo el año, con lo cual sus beneficios son constantes.
"Aunque creemos que en cualquier país en el que crezca, cumplirá la misma función", agrega la investigadora.
Mala fama: Edificio cubierto de enredaderas
Protegen las paredes, absorben la contaminación y, además, decoran.
Por otra parte, no importa si la pared es nueva, vieja o de qué material está hecha: el aporte de la hiedra es el mismo.
"El único elemento a tomar en cuenta, es que el muro no esté dañado, porque si tiene roturas y agujeros, las raíces se colarán por ellos y contribuirán a su deterioro", señala Viles.
Y es precisamente esta característica, la que -al parecer- le ha jugado en contra a la planta, y la ha hecho merecedora, injustamente, de su mala fama.
"Mucha gente dejaba crecer a hiedra sobre sus paredes sin antes revisar su estado. Cuando la sacaban y notaban los muros dañados, irremediablemente le echaban la culpa. Pero lo más probable, es que la pared haya estado en malas condiciones antes de ser tapada por la enredadera", concluyó Vil

Sunday, May 09, 2010

Glifosato y yuyos

Farmers Cope With Roundup-Resistant Weeds
Christopher Berkey for The New York Times

Jason Hamlin, a certified crop adviser and agronomist, looks for weeds resistant to glyphosate in Dyersburg, Tenn.

By WILLIAM NEUMAN and ANDREW POLLACK
Published: May 3, 2010

DYERSBURG, Tenn. — For 15 years, Eddie Anderson, a farmer, has been a strict adherent of no-till agriculture, an environmentally friendly technique that all but eliminates plowing to curb erosion and the harmful runoff of fertilizers and pesticides. But not this year.
On a recent afternoon here, Mr. Anderson watched as tractors crisscrossed a rolling field — plowing and mixing herbicides into the soil to kill weeds where soybeans will soon be planted.
Just as the heavy use of antibiotics contributed to the rise of drug-resistant supergerms, American farmers’ near-ubiquitous use of the weedkiller Roundup has led to the rapid growth of tenacious new superweeds.
To fight them, Mr. Anderson and farmers throughout the East, Midwest and South are being forced to spray fields with more toxic herbicides, pull weeds by hand and return to more labor-intensive methods like regular plowing.
“We’re back to where we were 20 years ago,” said Mr. Anderson, who will plow about one-third of his 3,000 acres of soybean fields this spring, more than he has in years. “We’re trying to find out what works.”
Farm experts say that such efforts could lead to higher food prices, lower crop yields, rising farm costs and more pollution of land and water.
“It is the single largest threat to production agriculture that we have ever seen,” said Andrew Wargo III, the president of the Arkansas Association of Conservation Districts.
The first resistant species to pose a serious threat to agriculture was spotted in a Delaware soybean field in 2000. Since then, the problem has spread, with 10 resistant species in at least 22 states infesting millions of acres, predominantly soybeans, cotton and corn.
The superweeds could temper American agriculture’s enthusiasm for some genetically modified crops. Soybeans, corn and cotton that are engineered to survive spraying with Roundup have become standard in American fields. However, if Roundup doesn’t kill the weeds, farmers have little incentive to spend the extra money for the special seeds.
Roundup — originally made by Monsanto but now also sold by others under the generic name glyphosate — has been little short of a miracle chemical for farmers. It kills a broad spectrum of weeds, is easy and safe to work with, and breaks down quickly, reducing its environmental impact.
Sales took off in the late 1990s, after Monsanto created its brand of Roundup Ready crops that were genetically modified to tolerate the chemical, allowing farmers to spray their fields to kill the weeds while leaving the crop unharmed. Today, Roundup Ready crops account for about 90 percent of the soybeans and 70 percent of the corn and cotton grown in the United States.
But farmers sprayed so much Roundup that weeds quickly evolved to survive it. “What we’re talking about here is Darwinian evolution in fast-forward,” Mike Owen, a weed scientist at Iowa State University, said.
Now, Roundup-resistant weeds like horseweed and giant ragweed are forcing farmers to go back to more expensive techniques that they had long ago abandoned.
Mr. Anderson, the farmer, is wrestling with a particularly tenacious species of glyphosate-resistant pest called Palmer amaranth, or pigweed, whose resistant form began seriously infesting farms in western Tennessee only last year.
Pigweed can grow three inches a day and reach seven feet or more, choking out crops; it is so sturdy that it can damage harvesting equipment. In an attempt to kill the pest before it becomes that big, Mr. Anderson and his neighbors are plowing their fields and mixing herbicides into the soil.
That threatens to reverse one of the agricultural advances bolstered by the Roundup revolution: minimum-till farming. By combining Roundup and Roundup Ready crops, farmers did not have to plow under the weeds to control them. That reduced erosion, the runoff of chemicals into waterways and the use of fuel for tractors.
If frequent plowing becomes necessary again, “that is certainly a major concern for our environment,” Ken Smith, a weed scientist at the University of Arkansas, said. In addition, some critics of genetically engineered crops say that the use of extra herbicides, including some old ones that are less environmentally tolerable than Roundup, belies the claims made by the biotechnology industry that its crops would be better for the environment.
“The biotech industry is taking us into a more pesticide-dependent agriculture when they’ve always promised, and we need to be going in, the opposite direction,” said Bill Freese, a science policy analyst for the Center for Food Safety in Washington.
Published: May 3, 2010
(Page 2 of 2)
So far, weed scientists estimate that the total amount of United States farmland afflicted by Roundup-resistant weeds is relatively small — seven million to 10 million acres, according to Ian Heap, director of the International Survey of Herbicide Resistant Weeds, which is financed by the agricultural chemical industry. There are roughly 170 million acres planted with corn, soybeans and cotton, the crops most affected.

Invasion of the Superweeds
Michael Pollan and others on what Roundup-resistant weeds mean for American agriculture.
Roundup-resistant weeds are also found in several other countries, including Australia, China and Brazil, according to the survey.
Monsanto, which once argued that resistance would not become a major problem, now cautions against exaggerating its impact. “It’s a serious issue, but it’s manageable,” said Rick Cole, who manages weed resistance issues in the United States for the company.
Of course, Monsanto stands to lose a lot of business if farmers use less Roundup and Roundup Ready seeds.
“You’re having to add another product with the Roundup to kill your weeds,” said Steve Doster, a corn and soybean farmer in Barnum, Iowa. “So then why are we buying the Roundup Ready product?”
Monsanto argues that Roundup still controls hundreds of weeds. But the company is concerned enough about the problem that it is taking the extraordinary step of subsidizing cotton farmers’ purchases of competing herbicides to supplement Roundup.
Monsanto and other agricultural biotech companies are also developing genetically engineered crops resistant to other herbicides.
Bayer is already selling cotton and soybeans resistant to glufosinate, another weedkiller. Monsanto’s newest corn is tolerant of both glyphosate and glufosinate, and the company is developing crops resistant to dicamba, an older pesticide. Syngenta is developing soybeans tolerant of its Callisto product. And Dow Chemical is developing corn and soybeans resistant to 2,4-D, a component of Agent Orange, the defoliant used in the Vietnam War.
Still, scientists and farmers say that glyphosate is a once-in-a-century discovery, and steps need to be taken to preserve its effectiveness.
Glyphosate “is as important for reliable global food production as penicillin is for battling disease,” Stephen B. Powles, an Australian weed expert, wrote in a commentary in January in The Proceedings of the National Academy of Sciences.
The National Research Council, which advises the federal government on scientific matters, sounded its own warning last month, saying that the emergence of resistant weeds jeopardized the substantial benefits that genetically engineered crops were providing to farmers and the environment.
Weed scientists are urging farmers to alternate glyphosate with other herbicides. But the price of glyphosate has been falling as competition increases from generic versions, encouraging farmers to keep relying on it.
Something needs to be done, said Louie Perry Jr., a cotton grower whose great-great-grandfather started his farm in Moultrie, Ga., in 1830.
Georgia has been one of the states hit hardest by Roundup-resistant pigweed, and Mr. Perry said the pest could pose as big a threat to cotton farming in the South as the beetle that devastated the industry in the early 20th century.
“If we don’t whip this thing, it’s going to be like the boll weevil did to cotton,” said Mr. Perry, who is also chairman of the Georgia Cotton Commission. “It will take it away.”
William Neuman reported from Dyersburg, Tenn., and Andrew Pollack from Los Angeles.
A version of this article appeared in print on May 4, 2010, on page B1 of the New York edition.
William Neuman reported from Dyersburg, Tenn., and Andrew Pollack from Los Angeles.