Wednesday, May 26, 2010

Resistencia a los antibióticos

Este tema se lee frecuentemente en los diarios y me gustaría que empiecen a preocuparse y a preguntar a nuestras autoridades sanitarias qué se está haciendo, dentro de nuestras posibilidades, para luchar contra esta amenaza. El artículo que les resumo a continuación, me parece, explica bien de qué se trata.

El milagro de Pasteur
Hace 100 años, las tres causas principales de muerte en los países desarrollados eran la tuberculosis, la neumonía y las infecciones gastrointestinales. Las salas de los hospitales estaban llenas de pacientes afectados de enfermedades provocadas por bacterias. Apenas había terapias efectivas para ellas, y muchos de los pacientes eran jóvenes y morían como consecuencia de estas enfermedades o de sus múltiples complicaciones. En esos momentos ya se habían producido importantes avances médicos, como las vacunas y los programas de salud pública que, junto con las mejoras sociales en sanidad, higiene y nutrición, provocaron una disminución de la incidencia de muchas enfermedades infecciosas. Pero sólo el desarrollo de los antibióticos permitió el control de las enfermedades bacterianas. Con ellos los médicos pudieron prevenirlas, curarlas y evitar su transmisión. El resultado es que hoy, a principios del siglo XXI, sólo las infecciones respiratorias figuran entre las diez principales causas de muerte en los países desarrollados. El lugar de las enfermedades infecciosas ha sido ocupado por las enfermedades cardiovasculares, cánceres de distintos tipos, y accidentes de tráfico.
La era de los antibióticos comenzó hace 60 años, con la comercialización de la penicilina. Entonces se tenía la esperanza de que las enfermedades microbianas desaparecerían. Pero esa pretensión se fue revelando poco a poco imposible. Pronto aparecieron cepas de bacterias que habían desarrollado mecanismos de resistencia a los antibióticos. Primero lo hicieron en los hospitales de los países desarrollados, pero pronto se transformaron en infecciones extrahospitalarias y, hoy, se encuentran extendidas por todo el mundo, amenazando nuestra capacidad para combatir muchas infecciones.
El origen de estas cepas resistentes se encuentra en la presión selectiva que ejercen los antibióticos. Estas medicinas acaban con las bacterias interfiriendo en procesos metabólicos que son vitales para ellas. Sin embargo, algunas bacterias pueden haber desarrollado, gracias a ciertas mutaciones, procesos metabólicos que evitan que los antibióticos desarrollen su función. Cuando se realiza un tratamiento con antibióticos todas las bacterias sensibles de nuestros cuerpos mueren, independientemente de que sean o no las causantes de la enfermedad. Pero las bacterias resistentes permanecen y ocupan rápidamente el lugar que han dejado las bacterias que han desaparecido.
Al principio, la aparición de cepas de bacterias resistentes no preocupaba mucho, dado que en ese momento se estaban desarrollando nuevos antibióticos efectivos contra esas cepas. Sin embargo, en los últimos 10 años, la resistencia a los antibióticos se ha convertido en un grave problema sanitario. Esto es debido, por un lado, al desarrollo de cepas bacterianas multiresistentes, es decir, que resisten a la acción de varios antibióticos. Por otro lado, las compañías farmacéuticas decidieron centrarse en el desarrollo de nuevos procesos más eficientes para la obtención de los antibióticos cuyas patentes estaban a punto de expirar. Como el desarrollo de nuevos antibióticos lleva varios años, esto ha conducido a que, en la actualidad, hayan pocos antibióticos nuevos. De hecho, en abril de 2000 se aprobó en Estados Unidos el primer tipo nuevo de antibiótico clínico en 35 años.
Perdiendo eficacia
En este fenómeno están implicados, por un lado, los antibióticos utilizados en medicina y, por otro, y de forma mucho más importante, los utilizados en veterinaria. El uso de antibióticos en los hospitales es inevitable. En ellos se encuentran pacientes que tienen sus sistemas inmunitarios deprimidos y que, por ello, se encuentran a expensas de que se cebe en ellos una infección oportunista. Un problema distinto es el de la administración de antibióticos fuera de los hospitales. Cerca de la mitad de los usos terapéuticos de este tipo son inapropiados, ya que muchas veces los médicos, presionados por los pacientes, prescriben antibióticos para el tratamiento de enfermedades víricas, que no se ven afectadas por estos fármacos. Pero un aspecto bastante poco conocido con respecto al uso de los antibióticos es su utilización en animales. En EEUU, aproximadamente el 50% de los antibióticos consumidos se usan en humanos, el 40% en animales, y el 10% restante en agricultura y acuicultura. Además, de ese 40% usado en animales, el 20% se emplea en usos terapéuticos, para tratar enfermedades, mientras que el 80% se emplea en dosis muy bajas como aditivo de los alimentos, para promover su crecimiento. Esto provoca una presión selectiva continua sobre las bacterias que pueblan estas enormes cabañas animales, que son las reservas medioambientales de un gran número de enfermedades humanas, lo que favorece la aparición de cepas de bacterias multiresistentes.
Para hacer frente a esta crisis, los sistemas sanitarios estatales están desarrollando programas de control del uso de antibióticos. En lo que se refiere al uso en humanos, estos programas abogan por una reducción del mal uso de los antibióticos para tratar enfermedades víricas. En los animales, se trata de restringir el uso de los antibióticos a profilaxis y terapia, prohibiendo su utilización como promotor del crecimiento.
Este es un problema que nos afecta directamente y que puede provocar una grave crisis sanitaria a corto plazo.
Autor: Fernando Sapiña | 2002

0 Comments:

Post a Comment

<< Home